Los hijos de Eva – La vida de los enfermos mentales en una obra de teatro

Minucioso trabajo de los actores en una obra sobre la vida en un hospital neuropsiquiátrico –

Santiago López, Ezequiel Martínez, Diego Schmukler, Julián Outeda y Ulises Puiggros en una escena de
Santiago López, Ezequiel Martínez, Diego Schmukler, Julián Outeda y Ulises Puiggros en una escena de “Los hijos de Eva”.

En el teatro argentino, sobre todo en el alternativo, han subido a escena muchas obras en las que su argumento giraba en torno a la situación de los pacientes psiquiátricos en las que se entregaba al espectador la visión, a veces deformada, que sobre los mismos tenía el autor, que en la mayoría de los casos no conocía, o al menos no en profundidad, la vida diaria de los internos en un hospital neuropsiquiátrico.
Diego Doello, el autor de Los hijos de Eva, trabaja en el Hospital Psicoasistencial José Borda de la ciudad de Buenos Aires y con base en esa función puede deducirse que conoce desde el interior lo que les sucede a los internos de ese establecimiento. De esa manera, presenta en escena cinco personajes con diferentes trastornos mentales que están alojados en un pabellón hospitalario.
Doello muestra al interno que ha convertido al hospital en “su lugar” y por esa razón es una especie de líder de sus compañeros entre los cuales se encuentra uno con una incapacidad total de conectarse con la realidad, otro al que su patología lo mantiene a merced de sus instintos básicos, otro al que sus delirios místicos le permiten vivir en un mundo ideal y también a un interno que niega padecer algún trastorno mental. La historia se centra, en la primera mitad de la obra, en la presentación de los personajes y algunos bosquejos de lo que le sucede a cada uno, pero luego la ausencia de un nudo argumental contundente hace que la puesta en escena no tenga teatralidad a lo que se suman desajustes en la dirección y deja todo librado a la intuición de los integrantes del elenco.
Afortunadamente los actores que interpretan a los internos lograron composiciones precisas que evidentemente se basan en una minuciosa observación de pacientes reales que les ha hecho desarrollar una buena labor desde lo corporal. Y justamente, debido a la expresión corporal se destaca la labor de Ezequiel Martínez en un personaje que casi no emite sonidos, pero el actor no llegar al desborde y logra ganarse la simpatía de toda la platea. Ulises Puiggros consigue en Los hijos de Eva una ajustada composición con la que demuestra un crecimiento actoral que le permite recrear a un personaje que está muy alejado de los que últimamente interpretó. Diego Schmukler y Santiago López supieron aprovechar las situaciones cómicas que les marcó el texto.
Los hijos de Eva se ofrece los días sábados a las 23 en el Auditorio Losada ubicado en Av. Corrientes 1551 de la ciudad de Buenos Aires. Tel. 4371-9098.
Carlos Herrera

2 respuestas en “Los hijos de Eva – La vida de los enfermos mentales en una obra de teatro

  1. Gracias estimado Carlos por tu tiempo a nuestro espectáculo. Me gustaría aclarar solo que considero que no entiendo a que referís falta de teatralidad a una escenas, ya que eso se sostiene de un conflicto y consideró que a la obra le sobran, y asi lo entendieron las mas de las 1500 persobas que vieron la obra. Segundo como psicólogo y como actor egresado del conservatorio nac. Te digo que cada actor se ajusto a su personaje, con la guía de pretendí para cada uno, nada es librado a la intuición, fue creación colectiva, eso es trabajo en equipo, cada acción cada movimiento de cada actor lo construimos juntos. Por ultimo sería importante que en una critica teatral no te olvides de citar al protagonista, en este caso Julian Outeda quien encarna en personaje de Jorge, y solo a modo de recomendación, revisa tu redacción que mantiene algunos errores, y es fundamental para la lectura de cualquier lector. Saludos y a tu toral disposicion. Diego Doello

    1. Estimado Diego – No voy a entrar en debates sobre mi crítica. Vos hiciste tus consideraciones y yo las mías. No creo que deba explicarle a quien, como yo, egresó del Conservatorio Nacional lo que es teatralidad. Ante tu reclamo te informo que en una crítica teatral no es obligación citar al protagonista y si en este caso no lo hice fue porque preferí un piadoso silencio ante una pobre actuación protagónica que es notoriamente superada por las composiciones del resto del elenco. Y finalmente, en cuanto a mi redacción, puedo comentarte que las más de 1.500 personas que han leído la crítica la comprendieron sin dificultades. – Carlos Herrera

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